un excelso sin sentido....

todo esto son cosas viejas que encontré en una memoria... no se enoje nadie, por favor... era mi ocio en La Habana, no se rayen en serio... me causan gracia por eso las comparto...

viernes, 4 de febrero de 2011

“Sleep Alone Syndrome”


                                                           Estaba solo cuando
al día siguiente el sol me desveló,
 me desperté abrazando,
el hueco de su ausencia
en mi colchón.
De una canción de Joaquín Sabina.
           
En mi criterio la civilización como la conocemos no es más que la sistemática reiteración de la rutina por los siglos de los siglos -amén-; el hombre se hizo básicamente civilizado por repetir eternamente una rutina, imagino que fue por ejemplo qué sé yo, “Pitecántropito Pérez” el primer desgraciado que se levantó a las 07:00 -obviamente él no sabía que eran las 7- y le pareció una buena hora para ir a la huerta; entonces el camarada, empezó a desgraciarle la vida a los otros despertándolos para empezar a laburar a esa hora; los homeys pensaron en deshacerse de Pitecántropito, y sin embargo le siguieron la corriente -pensaron que si el camarada era así, a la mujer no habría quien se la bancara-. Haciendo corta esta introducción Pitecántropito con su pesadez empezó a marcar una pauta y a hacer una rutina sobre la cual se desarrollaron otras cosas y el cuerpo se acostumbró a trabajar de 7 a 12, a comer a las 12 y después descansar y gracias a Don Pérez acá estamos porque sobre su rutina se armo la civilización.
            Digo esto porque efectivamente, no hay nada que me guste más que una rutina bien estructurada, es una forma de control, de tener todo bajo control ya que lo que no se puede lograr con talentos innatos, se puede lograr con disciplina y un trabajo metódico -o al menos eso me dijeron, no tengo ni uno ni lo otro, lo mío es básicamente suerte- pero me gusta mi rutina. En septiembre pasado -siendo más exactos el 4 de septiembre- se cumplió un año desde que mi estimada tavarish se fue para no volver -hasta el momento- de y a Cuba, y fueron un año y medio de dormir con ella, uno realmente se llega a acostumbrar, todavía más si a uno le gusta la rutina, lo tranquilo… esa hermosa rutina que es de a dos que cada día parece nueva, lo hermoso de lo cotidiano, es todavía más adictiva.
            Santos Discepolos compuso un tango que se llama ¿qué vachache?, la misma pregunta que me hice antes de darme cuenta que me quedé yo solito acá, a continuar la carrera, y bueno a seguir viviendo. Durante un tiempo pude dormir en mi lado de la cama, los primeros 5 o 6 meses, pero después cada vez más iba extendiendo un brazo, alargando una pata, pero me propuse respetar el espacio ajeno; entonces empecé sistemáticamente a dejar la guitarra, unas almohadas, el plumón del lado de mi ausente compañera, hasta que un día mande a volar la guitarra al piso y me di cuenta que no podía seguir con esos artilugios baratos intentando evitar lo inevitable: dormir absolutamente solo. Nunca fui muy exquisito para dormir, recuerdo que cuando llegué acá dormí unos días en el piso, en los bancos de la plaza, en el paseo central que está en frente de la parada del otrora M 1 ahora  P 11 esperando el bus, hasta que un día me acomodé en un sofá viejo y dormí en ese sofá hasta que me mude con mi querida compañera.
            Pero entonces después de la experiencia de llenar la cama, empecé a dormir realmente solo, en principio estaba bien, era como: -me acuesto en el medio total… después  dormía en diagonal, en posición fetal, boca arriba, boca abajo y hasta ahora cada vez que me fui despertando con dolor en todo el cuello, la espalda y a amanecer con los brazos adormecidos etc. Probé auto medicándome,  primero con Ron, que según dicen quita todos los males -hasta el mal de amor-, como no funcionó, probé con algún que otro ansiolítico y fue lo mismo. Un día le pregunté a un compadre que estudia medicina que cual era mi dolencia, que tenía el cuello duro y que dormía muy mal; fue ahí que conocí lo que es el “Síndrome de Dormir Solo”, horripilante, me describió mi situación: como comienza, que uno los primeros tiempos respeta el lugar pero después como uno tiene el espacio empieza a extenderse en la cama a dormir en formas manieristas y se contractura todos los músculos y que la solución era o bien compartir la cama con otra persona o conseguirse una de esas de una plaza.  Estoy durmiendo en el sofá.
            Creo que la ruptura de mi rutina me hace un tanto más salvaje, pero bueno, tampoco me pidan tanto, que triste si cómo funciona el cuerpo humano, cuando la mente se niega a seguir extrañando y bloquea un recuerdo para que no duela, eventualmente como este se escapa, y duele por otro lado.